martes, 12 de diciembre de 2017

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Las gemas en México: Introducción y perspectiva histórica

Las gemas de México


México posee diversos yacimientos célebres por proporcionar cristales altamente valorados como gemas o como ejemplares de colección. Son muchas las especies y variedades minerales y las rocas que, como el jade, la turquesa, la amazonita, la serpentina, el ónice mexicano (o alabastro calizo), el cinabrio, la malaquita, la obsidiana, diversas micas y el ámbar, han sido, en algún momento de la Historia de México, objeto de un aprovechamiento con finalidades ornamentales y ceremoniales. La importancia de los minerales ornamentales para las culturas mesoamericanas se refleja en la riqueza de la lengua náhuatl en términos referentes a minerales y rocas, así como en la abundancia de piezas elaboradas con estos materiales en la gran mayoría de sitios arqueológicos del país. Entre los minerales que logran reunir las cualidades necesarias para ser considerados gemas, el ópalo, el ámbar, la fluorapatita, el topacio y la danburita son cinco de las más emblemáticas y apreciadas en México. De ellas, en la actualidad, únicamente el ópalo y el ámbar son objeto de una explotación regular orientada a su aprovechamiento como gemas, mientras que el topacio se explota de manera ocasional. La danburita y la fluorapatita se presentan principalmente como minerales de ganga en yacimientos metalíferos, si bien al ser apreciadas por los coleccionistas son asimismo comercializadas a pequeña escala.

1. Las gemas en México: Introducción y perspectiva histórica

El territorio de México cuenta con una gran riqueza mineral y con una larga tradición minera (p.e. González- Reyna, 1956). Tradicionalmente México ha atraído a los coleccionistas de minerales por sus reconocidos yacimientos con bellos ejemplares y por poseer localidades tipo célebres. Bastan como ejemplos de dichas localidades El Boleo, en Santa Rosalía (Baja California Sur), destacado por el descubrimiento de la boleíta KPb26Ag9Cu24Cl62(OH)48, la pseudoboleíta Pb5Cu4Cl10(OH)8•2(H2O) y la cumengita Pb21Cu20Cl42(OH)40, la mina de Moctezuma (Sonora), por la moctezumita Pb(UO2)(TeO3)2, la quetzalcoatlita Zn8Cu4(TeO3)3(OH)18, y la tlalocita Cu10Zn6(TeO3) (TeO4)2Cl(OH)25•27H2O, juntamente con 20 especies minerales más, y la mina de Cosalá (Sinaloa), por la cosalita Pb2Bi2S5 (Panczner, 1987; Jolyon e Ida, 2006).
Son muchas las especies y variedades minerales, así como rocas, que por sus cualidades ornamentales han sido en algún momento de la Historia objeto de un aprovechamiento a muy diversa escala a partir de yacimientos mexicanos. Algunas de ellas reúnen las cualidades necesarias para ser consideradas gemas. Entre las más representativas y apreciadas por gemólogos y coleccionistas cabe destacar el ópalo SiO2•nH2O, el ámbar (resina fósil, compuesta por sustancias orgánicas), la fluorapatita Ca5(PO4)3F, el topacio Al2SiO4(F,OH)2, y la danburita CaB2(SiO4)2. De ellas, en la actualidad únicamente el ópalo y el  ámbar son objeto de una explotación regular y específicamente orientada a su aprovechamiento como gemas, mientras que el topacio se explota ocasionalmente. La danburita y la fluorapatita, en cambio, son esencialmente minerales  de ganga de yacimientos metalíferos si bien, al ser apreciadas internacionalmente como minerales de colección, llegan a ser comercializadas a pequeña escala y en ocasiones se venden como piedras talladas y faceteadas (calidad gema).

El interés del hombre por los minerales se remonta a los periodos iniciales de su desarrollo cultural (p.e. Camprubí et al., 2003; Canet y Camprubí, 2006). En México, como en otras partes del mundo, esta fascinación queda evidenciada en muchos vestigios arqueológicos, algunos de los cuales datan del Paleolítico.
La importancia de los minerales ornamentales para las culturas mesoamericanas es indiscutible (p.e. Secretaría del Patrimonio Nacional, 1970), y se refleja en la riqueza de la lengua náhuatl en términos específicos referentes a minerales y rocas. Mucha de esta terminología hace referencia a minerales o variedades minerales ornamentales y gemas, como izcactehuilotl (cuarzo), huitzitziltecpatl (ópalo), tlapaltehuilotl (amatista), quetzalxoquiyae (esmeralda), cuacocoztic (rubí), chalchihuitl (jade) y teoxihuitl (turquesa) (Canet y Camprubí, 2006). Los objetos elaborados con minerales ornamentales y gemas tuvieron un papel destacado en las ceremonias sociales y religiosas, y se   usaron como medio de intercambio comercial (Robles-Camacho y Sánchez-Hernández, 2006).

El metal mas apreciado para estos usos fue el oro (teocuitlatl, en náhuatl), debido a que por su color se relacionaba con las deidades solares (p.e. Canet y Camprubí, 2006). En la fabricación de ornamentos, el oro se solía asociar de forma artesanal a minerales y rocas con o sin lapidar, predominando entre ellos el jade, la turquesa, la amazonita, la serpentina, el cinabrio, la malaquita, la obsidiana, diversas micas, el ónice mexicano (o alabastro calizo), la concha de nácar y el ámbar (Canet y Camprubí, 2006; Robles-Camacho y Sánchez-Hernández, 2006; Sánchez-Hernández y Robles-Camacho, 2006). Entre estos materiales, el jade, que procedía esencialmente de los yacimientos de Motagua (Guatemala), fue especialmente apreciado y se utilizó con mucha frecuencia. Sin embargo, para los mismos fines, se utilizaron otras rocas y minerales verdes, principalmente rocas ultrabásicas y metamórficas de Tehuitzingo (Puebla), Cuicatlán (Oaxaca), La Merced (Veracruz) y La Venta (Tabasco), así como amazonita (O. J. Riveron, 2006, com. pers.). Por otra parte, en la actualidad, el llamado ónice mexicano (o alabastro calizo), frecuentemente se tiñe de verde y se vende bajo la denominación incorrecta de “jade mexicano” (Hurlbut y Kammerling, 1993).

En ocasiones, los trabajos de lapidaria se realizaban con gran detalle y maestría. Es el caso de los cráneos tallados en cristal de roca encontrados en la Península de Yucatán, los cuchillos de pedernal y obsidiana utilizados en sacrificios y en el combate, y las esferas de obsidiana  y mármol encontradas en algunas ofrendas en referencia al juego de pelota. Los trabajos de orfebrería alcanzaron un espléndido desarrollo en la cultura Mixteca de Oaxaca (Spores, 1967).
Actualmente, el comercio de minerales y rocas ornamentales y, específicamente, de gemas tiene una indiscutible importancia económica y se realiza a escala mundial. Algunos de los yacimientos mexicanos de gemas son reconocidos por la calidad y las características distintivas de sus ejemplares. Cinco de las gemas más emblemáticas y apreciadas de México, incluidas las  de mayor importancia económica actual, así como sus principales yacimientos, se describen en el presente trabajo (Figura 1).

Fuente:
Las gemas de México
Juan Carlos Cruz-Ocampo(1), Carles Canet(2) Darío Peña-García(1)

1 Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, 04510 México D.F.
2 Instituto de Geofísica, Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, 04510 México D.F.



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